jueves, 29 de enero de 2015

¿Qué es meditar?



Meditar no es concentración, no es enfoque. No es pensar mucho en algo. Tampoco es esforzarse por no pensar en nada. Meditar es total y completa relajación de la mente. Es un estado natural de la mente. Por tanto no requiere esfuerzo alguno. Por el contrario, lo único que pide es soltar todo esfuerzo, todo pensamiento, toda fabricación de la mente. Porque los pensamientos que provienen de Dios fluyen naturalmente ya que somos un pensamiento de Dios. Pero los pensamientos del ego, esos que constantemente nos nublan la mente, requieren un esfuerzo de nuestra parte, por mínimo que parezca, y ello genera tensión. Por tanto, el relajarse implica soltar todo pensamiento fabricado por nuestro ego. Meditar es total y completa aceptación del instante presente. Es plena presencia en este instante. Soltar todo pensamiento, dejarnos fluir a una profunda relajación, nos sitúa en el instante presente.

Aceptar el instante presente es aceptar nuestra vida en su totalidad. Aceptarnos a nosotros mismos en el único instante en el cual “somos”. Porque no somos lo que pasó hace cinco minutos, ni lo que sucederá dentro de una hora. No somos mañana ni somos ayer. Somos este instante, aquí y ahora. De manera que si no estamos en este instante, no estamos vivos. Y no estamos  viviendo (a pesar de respirar) porque estamos divagando en algo que no existe. Este mundo es una ilusión, un sueño. De manera que mientras nuestra mente esté divagando en cosas pertenecientes al mundo, vamos a estar divagando en la ilusión. La vida es aquí y ahora, con total plenitud. Por eso, si no estamos plenamente presentes en este instante, con nuestro ser sintiente, no damos lugar a que nuestra vida fluya en esta ilusión;  por tanto estamos en presencia de un sueño absolutamente carente de vida. Y esto es así porque no estamos permitiendo que nuestra vida, nuestra luz, penetre en el sueño. Y de esta manera estamos resistiendo a que la voluntad de Dios se haga tanto en la Tierra como en el Cielo, porque estamos negando que la luz llegue al mundo a través nuestro.

La única manera de permitir que la luz de Dios penetre en esta ilusión es aquietándonos y estando presentes aquí y ahora, ya que este es el único instante en que nuestra vida se está sucediendo. Pero si continuamos divagando entre lo que fue y lo que será, estaremos divagando entre ilusiones, y por tanto en el miedo, lo cual nos lleva a sufrir. Estaremos cayendo entonces en la trampa del ego de alejarnos del instante presente para evitar que tengamos sentido de nuestra realidad.

Por tanto, al volcar nuestra voluntad hacia el sistema de pensamientos del ego, lo que hacemos es creernos que las ilusiones son reales. Y como las ilusiones son producto del miedo, lógicamente tenemos miedo de lo que va a pasar, o de que se repita lo que ya sucedió. De ahí que tengamos miedo a la muerte, al creer que este cuerpo es nuestra realidad. Pero liberar la mente de la prisión del ego nos lleva al instante presente, como si de una goma elástica se tratase. Es decir, al soltar las creencias a las cuales nos aferramos, no podemos por menos que retornar a nuestro origen, al centro de nuestro propio Ser. Y desde ahí se perciben las ilusiones totalmente diáfanas.

La mente puede, por tanto, perderse en sombríos laberintos que nos llevan a la incertidumbre, al temor de lo que vendrá, a la culpa por lo que ya sucedió. Nos vemos envueltos en tenebrosas tormentas de sufrimiento constante que por momentos se vuelven insoportables. ¿Cuál es la salida entonces? La única salida, justamente, es soltar esos pensamientos que nos llevan a divagar por oscuros callejones, y retornar así a la radiante luz del instante presente; ahí donde todo miedo se desvanece, ahí donde nuestra vida se está sucediendo constantemente. Ahí, donde puedes recordar quién eres.






El pasado y el futuro son oscuridad, el instante presente es un haz de luz. Dejar de vagar en tinieblas solo requiere tu voluntad, tu firme deseo de permitir que la luz de Dios penetre en el sueño y te ilumine para poder ver las ilusiones como en realidad son. En ese punto, en este instante presente, es donde el Amor tiene cabida, donde el miedo desaparece; donde la serenidad y la paz retornan a tu mente. Eso es meditar. La meditación te retorna al Amor, permitiendo que la verdad penetre en tu mente. Pedir por tanto que la verdad te sea revelada es la verdadera oración. Orar es meditar.

Aquietar la mente, unirse al flujo de la vida, es permitir que este sueño de miedo y sufrimiento se convierta en un sueño feliz que nos acerque al despertar en paz. Y esto es solo posible en este instante, aquí y ahora.

Esto da lugar a sentir la inocencia, la tuya y la de los demás. Da lugar a percibirla en todo lo que te rodea. En este instante no hay culpabilidad porque no hay necesidades, por tanto ves a tus hermanos como lo que son, la misma mente en el mismo haz de luz. Los cuerpos pasan a ser meros personajes vagando en el sueño.

Es posible entonces la unión de las mentes en un mismo propósito, el de permitir que el Cielo descienda sobre la Tierra, dando lugar a la sanación, al milagro. Porque cuando uno aquieta la mente y da lugar al conocimiento, es cuando el milagro tiene cabida. Meditar es, por tanto, dar lugar al milagro.

De hecho las necesidades del cuerpo surgen cuando la mente acepta la creencia de ser un cuerpo. Dicho de otra manera, cuando te vuelves consiente de tu realidad absoluta, en ese instante, las necesidades del cuerpo son nulas. Cualquier dolor o sensación de necesidad física desaparecen. No obstante, cuando la mente vuelve a perderse en pensamientos mundanos, el cuerpo vuelve a reclamar su sitio, su “identidad”, su “realidad”. Una “realidad” limitada, inmersa en constantes necesidades tanto externas como internas. Más tu realidad no sabe de escasez ni limitaciones, puesto que es una creación de Dios y por tanto eres Absoluto, Pleno y Eterno. Es decir, no eres un cuerpo, aunque así decidas creerlo. Y mientras continúes creyéndolo así, el miedo será una constante en tu vida.

Esta resistencia a soltar el personaje que crees ser, es una resistencia a la vida tal y como es. Por el contrario, soltar el personaje y todas tus creencias, es soltar toda resistencia para así Aceptar la vida tal y como es. Solo mediante la Aceptación es que la vida se vuelve totalmente simple, sin necesidad de esfuerzo alguno.

Todo transcurre entonces como una película proyectada por tu mente, pero en vez de creerte el personaje de la película, te vuelves consciente de que tu eres el que está proyectando el film, y puedes disfrutar de la proyección desde la seguridad y confort de tu butaca. Pero esto es una simple analogía, no pretendas entender las palabras y asimilar los ejemplos, ya que solo mediante la experiencia llega la comprensión. Y la experiencia se alcanza a través de la meditación. Por tanto, ¿Qué es meditar? La respuesta es una experiencia, y en la experiencia la pregunta desaparece.

domingo, 25 de enero de 2015

Dar y Recibir

¿Cómo es posible ser feliz cuando sentís que sos víctima del mundo? ¿Cómo vas a vivir en paz si crees que a tu vida la truncó alguien en algún punto de tu pasado? ¿Cómo vas a sentirte en libre de ese modo? Porque uno puede rehacer su vida, tener momentos felices y demás. Pero ¿qué sale a la luz cuando te quedas solo y en silencio? ¿Cuán agudo es el dolor que provoca esa espina clavada en tu pecho?
Es evidente que si uno no acepta su propio pasado, es muy difícil seguir adelante. Como mucho te queda el consuelo de ser una buena persona a la cual una vez lastimaron y cuyas heridas parecen no cicatrizar.
¿Y qué hay de ese que te hizo daño? ¿Qué hay si el que hizo daño a otra persona alguna vez fuiste vos? ¿Cómo haces para dormir en paz cuando te pusiste en papel de victimario y la culpa te carcome la cabeza? Incluso puede parecerte que no hay consuelo porque si te sentís culpable, quiere decir que perdiste tu inocencia y que por tanto ya no podrás ser una buena persona. O en el mejor de los casos, llegarás a ser una buena persona, pero con una mancha en su prontuario. Porque no importa cuánto te esfuerces, siempre sale a relucir la culpa guardada, y todo intento por recuperar tu inocencia resulta en vano. Hasta es posible que con tal de recuperar el amor que perdiste de tu hermano, cuando creíste haberlo traicionado,  toleres cualquier maltrato de su parte; lo pones a él en lugar de victimario  y te pones vos mismo en el lugar de la víctima, por un tiempo, para ver si así logras su perdón. Y te parece lógico porque crees en la culpa, es decir en el pecado, y por tanto crees que el castigo es inevitable; lo cual no hace más que acarrear más sufrimiento.
Y esto es así porque es imposible que puedas verte y sentirte inocente (y por tanto en paz) mientras sigas viendo culpabilidad en el otro.
Así que bien, como ya dije, aceptar lo que ya sucedió es la solución. Pero no es “aceptarlo” con una resignación de fondo. No caigas en esa trampa del ego, porque la resignación es producto del miedo y por tanto conlleva dolor.

La aceptación de la que hablo es una Aceptación Total, una comprensión sincera y profunda de que todo lo que ha sido, fue perfecto tal y como fue, TODO.
Por otra parte, esta Aceptación implica también el reconocimiento de que el pasado ya no existe, al igual que el futuro, y que ambos no son nada más que pensamientos producto de tu mente en conflicto, y por tanto no existen. De manera que comprender esto te sitúa en el único momento en el cual la Aceptación tiene lugar; y es aquí y ahora, en este instante presente. El único instante en el que tu vida está teniendo lugar. Tu vida se está sucediendo constantemente en el instante presente.  
Y es en este instante cuando podes ver a tus hermanos totalmente inocentes, es decir, Aceptarlos tal y como son. De esta manera, y únicamente de esta manera, es que traerás a tu mente tu propia Aceptación. Entonces te verás a vos mismo tal y como sos, total y completamente inocente.
En este punto es en el cual Dar es igual a Recibir. Incluso recibís más de lo que das. Al ver a tus hermanos inocentes, reconoces tu propia inocencia. Y es este reconocimiento, esta Aceptación, lo que te lleva a experimentar una Paz y una Felicidad Totalmente Plenas.


Esto es un camino espiritual tan profundo como Verdadero. Un camino que una vez experimentado lo querés elegir todo el tiempo, a cada instante, porque es lo único que te brinda una Libertad Absoluta. Y esta Libertad es lo que te corresponde por ser quien sos, es tu herencia natural. No tengas duda alguna de esto, porque si es para mí, te aseguro que también es para vos. De hecho, ya es tuyo; nada más te hace falta decidir a Aceptarlo.  Tan solo tenés que permitirlo y así será. La decisión es toda tuya hermano!

viernes, 23 de enero de 2015

La elección




Cierto es que poco importa lo que hagas en el mundo, ya que el mundo en sí mismo es una ilusión, y por tanto no existe.

Ahora bien, tus acciones no son más que un efecto de tus pensamientos, lo cuales son la causa de absolutamente todo. Y tus pensamientos o bien provienen de tu esencia,  de tu espíritu; o bien provienen de tu subconsciente, del ego.

Si tus pensamientos (causa) provienen de tu subconsciente, tu accionar en el mundo (efecto) se amoldará al personaje que te crees que eres. De manera que serás bueno o malo, simpático o antipático, creyente o no creyente, de izquierda, de derecha o anarquista, etc. Pero sin importar la forma de tu experiencia, todo aquello que realices y experimentes en tu vida, creerás que tiene el poder de hacerte daño, y sin dudas lo hará.

Pero si permites que tus pensamientos sean guiados desde tu ser  (y este es el cambio de mentalidad radicalmente opuesta), todo cuanto experimentes en tu vida será un acto de Amor. Sin importar la forma en que se presente tu vida, esta será en Paz, Dicha y Felicidad Verdaderas. Habrás comprendido entonces que nada externo a ti tiene la capacidad de afectarte, absolutamente nada. Todo es una invención de la mente.

De manera que lo importante no es qué hagas en el mundo, sino más bien lo importante es si deseas realmente ser un ser libre y por tanto permites que tus pensamientos sean guiados y fundados en el Amor; o si aun te parece tentadora la idea de ser una mente prisionera en sí misma a causa de los limites que se auto impuso; y por tanto elijes que tus pensamientos sean producto del miedo. Lo cual, ya sabes de primera mano, conduce inevitablemente al sufrimiento.

Y digo elijes porque ciertamente tú decides, puesto que todo es voluntad. Tu voluntad. La elección está en tu mente.


jueves, 22 de enero de 2015

Los sueños y la vigilia



Recientemente me preguntaban acerca  de los sueños, su significado y el por qué de los mismos. Seguramente habrá quien pueda responder esas dudas, pero a mi entender tan solo cabe una apreciación general, ya que los sueños no son más que otra trampa del sistema de pensamientos de ego; puesto que se utilizan para diferenciar lo ilusorio (sueños) de lo supuestamente real (vigilia). Analizado desde este punto de vista, los sueños cumplen la función de otorgarle realidad a la vigilia.
Pero como las armas del ego son de doble filo, puede analizarse la función de los sueños desde un punto de vista radicalmente opuesto, con una conciencia mucho más consiente de sí misma. Es desde este lugar que uno comienza a comprender las similitudes entre “sueños” y “vigilia”. De hecho la ciencia ha demostrado que el cerebro reacciona de igual manera ya sea en sueños como en la vigilia. Incluso sentimos nuestro cuerpo reaccionar perfectamente mientras estamos soñando, creyendo que ese sueño es real, hasta el momento de despertar y comprender que era una ilusión. Así pues, cabe el cuestionar por qué he de sentir todo lo que siento en mis sueños si mi cuerpo yace tendido en la cama; claro ejemplo éste de que el cuerpo no siente, sino que la que siente es la mente. El cuerpo es un objeto, y los objetos no sienten.
Así es que uno comienza a cuestionar la realidad de la vigilia, simplemente deteniéndose un instante, aquietando la mente y escuchando la respuesta; aceptando el conocimiento que dice que la vigilia, esto que conocemos como realidad, no es más que otro sueño, una ilusión.
Comprender esto, abrirse a aceptarlo como una posibilidad, es fundamental si es que quieres empezar a despertar a la Verdad. Pero si no lo quieres, estas en todo tu derecho de seguir soñando que la vigilia es tu realidad, de seguir creyendo que todo lo que observas a tu alrededor es real. Pero si se me permite, quisiera recordarte que el apego a este sueño como real, es la causa de todo tu sufrimiento; es el por qué de que tu felicidad y tu paz sean tan inestables y se encuentren constantemente amenazadas.
Por tanto, desapegarte de esta ilusión (mientras aun permaneces dormido en este sueño) es el único camino que te lleva a Despertar. Es el camino que se conoce como “Camino del Perdón” y es un camino hecho de una Felicidad y una Paz que sobrepasan todo entendimiento; que te conduce a un dulce despertar en el que recuerdas quién eres, esa Dicha inquebrantable. 




viernes, 9 de enero de 2015

Tormenta y gorriones

     Hay momentos en que uno está histérico. No se sabe bien la razón o el motivo, pero todo cuanto sucede alrededor molesta, todo. Tal vez sea el calor, la humedad, el haberse levantado con el pie izquierdo, da igual. Uno se siente completamente molesto, inaguantable para con uno mismo, hasta el canto de un gorrión es motivo de bronca en situaciones así. Solía sucederme esto mismo con cierta regularidad, ahora el hecho es motivo de estas líneas; así de extraño se ha vuelto. Pero bien, en situaciones así no es sano reprimir la ira contenida, hay que liberar esa bronca aparentemente infundada. Quizá sea hasta oportuna una buena puteada al aire, o los cinco nudillos de la mano derecha contra la puerta del baño. Bienvenido sea aquello que ayude a descargar las emociones, siempre y cuando no haga daño a nadie, claro está. Bienvenido sea el sentir esa bronca, esa ira, esa rabia, esa histeria.. como se la quiera llamar, da igual, no importan aquí las etiquetas, sino las emociones; y vaya sentimiento de disgusto que siente uno en esos días. En fin, no hay que guardarse nada, todo hay que soltarlo y dejarlo ir.. y después? Después entra en juego la conciencia, y dependiendo del nivel de ésta, será la solución que obtengas para el supuesto problema.
     Mi nivel de conciencia es considerablemente superior que antes, y es por ello que me aventuro a derramar estas líneas. Acabo de sobrepasar un sacudón de esos que te sacan de quicio de la nada. Duró lo que tuvo que durar, pero durante el proceso en ningún momento intenté contenerme o guardarme para mí esa rabia, ya que durante años comprobé de primera mano que eso tan solo conlleva más y más sufrimiento, incluso a largo plazo (a muy largo plazo a veces). De manera que cuando esta mañana me vi envuelto en una nube de rabia, mi conciencia me condujo lo más sencilla y amorosamente posible entre dichas nubes; y pude atravesarlas.
     No eran tan tormentosas como parecían, y de hecho pude comprobar que ni siquiera eran un obstáculo; no obstante aparentaban serlo. Un obstáculo que me estaba separando de la paz que desde hace tiempo reina en mi vida. Asique sabiendo esto a conciencia, simplemente pude dejar que mi malestar fluyera libre y graciosamente a través de mi, pude soltarlo y dejarlo ir. Que sucedió después? Qué es lo que queda luego de la tormenta? Al igual que en el mundo “externo”, tan solo queda la calma. Exactamente eso es lo que sentí, una gran calma con una hermosa melodía entonada por gorriones festivos. Comprendí entonces, una vez mas (y van…) que no hay nada ahí fuera que no sea el fiel reflejo de lo que llevamos dentro; o mejor dicho, no existe nada externo, todo lo que aparenta el mundo exterior no es más que nuestra propia conciencia proyectada.

     Esta profunda y simple comprensión hace que esa gran calma que sentí luego de atravesar los nubarrones, se convierta en una profunda paz, tan intensa que ni siquiera tengo que pensar en estas palabras que estoy escribiendo, puesto que fluyen como el canto de los gorriones en el viento. A la distancia, ese personaje que esta mañana estuvo tan iracundo e histérico, se torna ahora motivo de risa, cuando comprendo que “ese” no soy “yo”, ya que mi Ser no puede sucumbir ante el miedo porque la Paz, la Dicha y la Plenitud son inertes a él. Es decir, no soy “ese” que es débil y temeroso, al contrario, soy Amor en su máxima expresión; y en presencia del Amor, el miedo desaparece.