Has visto alguna vez un fruto
desprenderse del árbol? Lo has visto rodar hasta detenerse junto a una raíz? Has
observado cómo se descompone? Es una danza llena de vida.
Has visto alguna vez una hoja
seca desprenderse de un árbol? La has visto descender acompañada de una suave
brisa hasta posarse justo junto al tronco del árbol? La has visto descomponerse
y ser devorada por la tierra? Está cumpliendo su función para que el árbol continúe
respirando, así como antes lo hacía desde la punta de las ramas.
Has visto alguna vez un tronco
seco? Lo has visto de cerca? Lo has observado detenidamente? Es un baile
rebosante de vida.
Has visto alguna vez un perro que
acaba de morir? El cuerpo tieso como una roca, los ojos carentes de vida; lo
has visto? El alegre animal que conocías ya no está dentro de ese cuerpo, lo
puedes notar con solo observarlo. Lo puedes sentir en tu corazón, ese amigo
fiel no está ahí dentro de ese cuerpo ya. Lo puedes sentir en tu corazón, tu
mente lo conserva lleno de vida en tus pensamientos. El amor de ese animal
continúa vivo en tu corazón, siempre presente.
Si lo analizas en profundidad,
con total honestidad, verás que la vida es una constante. Lo opuesto a la vida
no es la muerte. La muerte es lo opuesto al nacimiento. Pero aquello que es
constante y eterno, aquello que es absoluto no puede tener opuestos.
La muerte entonces, es una
creencia. Así como lo es el nacimiento. Crees haber nacido y por tanto crees
que vas a morir. Eso es lo que implica la creencia en que eres tan solo un
cuerpo.
Más lo que eres no es algo que
puedas ver ni tocar; lo que en verdad eres tan solo lo puedes experimentar. Tú eres la experiencia. Lo que tú eres,
por tanto, no ha nacido y no morirá.
En verdad crees que has venido al
mundo y que en algún momento lo abandonaras; cuando en realidad el mundo es tan
solo una proyección de tu mente. Abriste los ojos y el mundo tuvo lugar. Cuando
abandones tu cuerpo físico, en verdad crees que el mundo continuará? El mundo desaparecerá
porque habrás abandonado la creencia en él.
Pero mientras continúes creyendo
que has nacido en un mundo que ya existía, mantendrás tu creencia en la muerte,
por tanto no podrás por menos que sufrir al creer que tu vida durará mientras
tu cuerpo aguante.
Has de aceptar que el mundo es
una proyección de tu mente. Has de aceptar que tu Ser es eterno en la Mente de
Dios y por tanto no ha nacido y no ha de morir. Has de aceptar esto
profundamente si en verdad quieres vivir esta experiencia en tu cuerpo físico lleno
de dicha y en paz. O has de vivir atemorizado hasta que despiertes de este
sueño, el cual es igual de ilusorio que lo que sueñas por las noches en tu
cama.
La aceptación es profundamente
personal. Luego la vida se vuelve absolutamente impersonal. Acepta tu santa
herencia y permite que la unidad se restaure en tu mente. Abandona tus
creencias, recuerda quien en verdad eres, y permite que la paz retorne a tu
mente.
Has de aceptar lo inevitable y el
sufrimiento ya no tendrá lugar en tu vida, al haber comprendido que la vida es
verdadero Amor, total ausencia de miedo.
El libre albedrío es tu libertad. Por tanto has elegido
libremente depositar tu fe en la creencia de que eres tan solo un cuerpo. Más puedes
volver a elegir, puedes poner tu voluntad en la certeza de que tú eres la vida
misma, eterna e inmutable.
La decisión es siempre tuya, y la realizas a cada instante. Elije
de una vez por todas soltar todas tus creencias y vivir en absoluta paz
interior, o puedes continuar eligiendo aferrarte a tus creencias, sujetar el
miedo que todas ellas conllevan, y por tanto continuar percibiéndote a ti mismo
como un cuerpo inestable, indefenso, víctima del mundo que te rodea.
Insisto, la elección es tuya. Yo elegí aceptar la paz en lo
profundo de mi Ser, puedo asegurarte entonces que tú también puedes hacerlo. Y no
solo puedes, sino que debes. Ya no quiero verte sufrir más. Te invito, al fin,
a unirte conmigo en la Absoluta Paz Interior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario