Hay momentos en que uno está histérico. No se sabe bien la
razón o el motivo, pero todo cuanto sucede alrededor molesta, todo. Tal vez sea
el calor, la humedad, el haberse levantado con el pie izquierdo, da igual. Uno
se siente completamente molesto, inaguantable para con uno mismo, hasta el
canto de un gorrión es motivo de bronca en situaciones así. Solía sucederme esto
mismo con cierta regularidad, ahora el hecho es motivo de estas líneas; así de
extraño se ha vuelto. Pero bien, en situaciones así no es sano reprimir la ira
contenida, hay que liberar esa bronca aparentemente infundada. Quizá sea hasta
oportuna una buena puteada al aire, o los cinco nudillos de la mano derecha contra
la puerta del baño. Bienvenido sea aquello que ayude a descargar las emociones,
siempre y cuando no haga daño a nadie, claro está. Bienvenido sea el sentir esa
bronca, esa ira, esa rabia, esa histeria.. como se la quiera llamar, da igual,
no importan aquí las etiquetas, sino las emociones; y vaya sentimiento de
disgusto que siente uno en esos días. En fin, no hay que guardarse nada, todo
hay que soltarlo y dejarlo ir.. y después? Después entra en juego la
conciencia, y dependiendo del nivel de ésta, será la solución que obtengas para
el supuesto problema.
Mi nivel de conciencia es considerablemente superior que
antes, y es por ello que me aventuro a derramar estas líneas. Acabo de sobrepasar
un sacudón de esos que te sacan de quicio de la nada. Duró lo que tuvo que
durar, pero durante el proceso en ningún momento intenté contenerme o guardarme
para mí esa rabia, ya que durante años comprobé de primera mano que eso tan
solo conlleva más y más sufrimiento, incluso a largo plazo (a muy largo plazo a
veces). De manera que cuando esta mañana me vi envuelto en una nube de rabia,
mi conciencia me condujo lo más sencilla y amorosamente posible entre dichas
nubes; y pude atravesarlas.
No eran tan tormentosas como parecían, y de hecho pude
comprobar que ni siquiera eran un obstáculo; no obstante aparentaban serlo. Un
obstáculo que me estaba separando de la paz que desde hace tiempo reina en mi
vida. Asique sabiendo esto a conciencia, simplemente pude dejar que mi malestar
fluyera libre y graciosamente a través de mi, pude soltarlo y dejarlo ir. Que
sucedió después? Qué es lo que queda luego de la tormenta? Al igual que en el
mundo “externo”, tan solo queda la calma. Exactamente eso es lo que sentí, una
gran calma con una hermosa melodía entonada por gorriones festivos. Comprendí
entonces, una vez mas (y van…) que no hay nada ahí fuera que no sea el fiel
reflejo de lo que llevamos dentro; o mejor dicho, no existe nada externo, todo
lo que aparenta el mundo exterior no es más que nuestra propia conciencia
proyectada.
Esta profunda y simple comprensión hace que esa gran calma
que sentí luego de atravesar los nubarrones, se convierta en una profunda paz,
tan intensa que ni siquiera tengo que pensar en estas palabras que estoy
escribiendo, puesto que fluyen como el canto de los gorriones en el viento. A
la distancia, ese personaje que esta mañana estuvo tan iracundo e histérico, se
torna ahora motivo de risa, cuando comprendo que “ese” no soy “yo”, ya que mi
Ser no puede sucumbir ante el miedo porque la Paz, la Dicha y la Plenitud son
inertes a él. Es decir, no soy “ese” que es débil y temeroso, al contrario, soy
Amor en su máxima expresión; y en presencia del Amor, el miedo desaparece.
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